No tengo hermanos, tuve el placer o la desgracia de haber nacido hija única en una familia numerosa donde tíos, primos, abuelos y padres tuvieron al menos un hermano con quien compartir su día a día, su crecimiento, su infancia. Desde que tengo uso de razón las personas me preguntan: "¿no te gustaría tener un hermanito?", recuerdo mi respuesta porque siempre fue la misma, nunca cambió: NO. Puedo sonar egoísta, malcriada pero no se trata del concepto que todos piensan cuando escuchan mi respuesta: "el quedarme con todo", se trata del nunca sentir la ausencia o la falta de un hermano, nunca estuve sola, siempre estuve acompañada.
Cada vez que me siento sobrepasada de sentimientos, fuera de mi eje y con necesidad de volver a encontrarme realizo alguna actividad que me de placer para volver a sentirme bella. Estos mimos no necesariamente tienen que ser estrictamente cambios estéticos radicales como cambiarme el color de pelo o cortármelo, cosa que no aconsejo, lo peor que podemos hacer las mujeres es un cambio de look en momentos de estrés, cuando volvemos a nuestra normalidad y visualizamos lo que hicimos el caos regresa para perpetuarse por meses hasta que el motivo se desvanezca. Mi sistema es distinto y más simple, observo lo más pequeño que me molesta y lo modifico, sin rodeos, corto mis rutinas, me hago un espacio y concentro todas mis energías para pensar solamente en ese momento dónde me dejo llevar, pongo mi mente en blanco y finalmente me relajo.
Hola, mi palabra preferida del diccionario, la que invita a iniciar algo pero a la vez si no es correspondida significa un pequeño puñal al ego y el autoestima. El rechazo es parte de mi día a día y estoy tan familiarizada con el concepto que hay situaciones paralizantes que dejan de serlo porque la respuesta ya es sabida pero otras donde dar el primer paso es tan difícil como la primera vez. El corazón late fuerte, explota internamente haciendo que resuene con cada compás acelerando todo a su alrededor. Los pulmones se agitan, la necesidad de respirar se vuelve aún más vital. La mirada se nubla y todo toma otro color, otro sentido.